Existen múltiples definiciones para el concepto de gestión “Management 3.0”, pero a la que mejor significado le encuentro es la que aduce que es simplemente un estado mental, donde los integrantes de una organización, más que jefes, empleados, proveedores o interesados, son habitantes de una ciudad en la que todos somos responsables de contribuir a su éxito y evolución.
Puede parecer fácil gestionar empresas de esta manera porque somos seres sociales innatos y ciudadanos en algún lugar del mundo; pero nuestra historia reciente como corporaciones no comenzó de esta manera, sino que hemos dado nuestros primeros pasos en entornos donde se buscaba el máximo valor económico, con líneas de producción infinitas, donde había pocas diferencias entre las personas y las máquinas, y cualquier pieza era fácilmente reemplazable. Después, nos dimos cuenta de que sí había diferencias y de que eran bien importantes, y el rol de las personas empezó a tomar el valor que merece. Tanto así, que las compañías diseñaron maneras de organizarse, encontraron sus líderes y jerarquías y la productividad se comenzó a fundamentar en procesos y procedimientos finamente esculpidos, con las personas como centro.
Tal vez hoy esa es la realidad que nos acompaña y con la que nos sentimos cómodos, pero es también la que más exigencia trae consigo porque ese mismo entorno que hemos construido, unido al contexto cambiante y retador, nos hace tener que ser mejores, más ágiles y más innovadores, basándonos siempre en un propósito firme.
Es en este punto donde el “Management 3.0” toma relevancia, porque trae consigo fundamentos y pilares que permiten a la organización aprovechar, más que los recursos, las capacidades de las personas para que actúen de forma autoorganizada en sus equipos. También permite simplificar las soluciones a los problemas y que se liberen momentos para la creación, la innovación y la mejora continua.
De lo anterior, el gran reto es ponerlo en práctica porque implica que las responsabilidades no recaen sobre una persona sino sobre el grupo. En este sentido las claves principales son: el empoderamiento de los equipos, el liderazgo compartido, el trabajo colaborativo y las capacidades superiores para comunicarnos. No menos importante es destacar que la complejidad inherente a entornos cambiantes y en constante movimiento implican que las personas desarrollemos conocimientos transversales para entender de forma holística las situaciones a las que nos enfrentamos.
Volvemos entonces a conceptos conocidos, sobre los que existe infinidad de literatura, metodologías, herramientas o personas alrededor del mundo enseñando sus casos de éxito (o fracaso), para que los demás los adopten y hagan mejores compañías. Este Management 3.0 se basa en herramientas y técnicas que pueden ser aplicadas por cualquier organización, pero al final de lo que se trata es de lograr que las personas estemos dispuestas a cambiar y que el empoderamiento no sea una competencia sino estilo de trabajo. Que la colaboración no sea una obligación sino un acto natural de bondad; que la comunicación no sea una necesidad sino un instrumento para armonizar y, como consecuencia, un estado mental.
Seguramente el camino hacia dicho estado mental implica, sobre todo, un propósito claro, retador e inspirador que sólo quedará impregnado en los equipos cuando nosotros, quienes tenemos la fortuna de gestionar personas, facilitemos el conocimiento, promovamos el desarrollo de habilidades y brindemos las herramientas necesarias para que cada ciudadano organizacional sea protagonista de su rol en la empresa.
Andrés Felipe Restrepo C.
Jefe Corporativo IT Latam Solunion
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