Los rezagos que ha dejado la COVID-19 en la economía, no solo nacional sino también global, siguen latentes. A pesar de las estrategias y decisiones económicas tomadas por los gobiernos, el impacto fue de tal magnitud que se evidencian altos riesgos de incremento de insolvencias y liquidaciones de empresas. En este contexto, el acceso al crédito es clave para favorecer la reactivación económica.
Con base en lo anterior, Fabian Fonseca, nuestro Director RICC, comenta los cambios y adaptaciones que hemos implementado en nuestro modelo de análisis de riesgos y crédito, con el fin de evaluar esta nueva realidad:
La recuperación de las empresas colombianas tras la pandemia es una realidad
La recuperación económica se ha evidenciado de forma acelerada. A partir del segundo trimestre de 2020, cuando se empezaron a flexibilizar las medidas de confinamiento estricto, las ventas aseguradas vienen creciendo a un ritmo promedio del 9%. Además, registramos picos como el del tercer trimestre de 2020, donde alcanzamos un incremento del 30%, evidenciando el dinamismo económico del país. Incluso, en el segundo trimestre de 2021, con los efectos de las movilizaciones incluidas, también se registraron aumentos en términos intertrimestrales.
Si profundizamos en las cifras, en el año 2020, en Solunion aseguramos operaciones de crédito entre proveedor y cliente por valor de 18,3 billones de pesos colombianos, en el ámbito doméstico, y 1577 millones de dólares en ventas al exterior. Para 2021, con el impulso de la reactivación económica, a cierre de agosto hemos asegurado operaciones nacionales de crédito por valor de 14,4 billones de pesos colombianos y 1.108 millones de dólares en ventas al exterior. Esto supone crecimientos interanuales del 28% y 7%, lo que demuestra la fuerza del mercado interno en la reactivación y el rezago que aún se conserva en las exportaciones.
Sin embargo, hay empresas que han llegado a situaciones de iliquidez de tal magnitud que han empezado a incumplir los plazos de pago con sus proveedores. Si bien en número estas insolvencias se han reducido frente a 2020 (-24% a cierre de agosto), es importante resaltar incumplimientos en empresas de gran tamaño que tienen un impacto en magnitud mucho mayor a los presentados el año pasado.
La importancia de un modelo de riesgo basado en el análisis individual
Desde el inicio del confinamiento hasta ahora, la información financiera histórica y el análisis financiero tradicional han tenido que ceder importancia, dentro de la evaluación, a la posición de caja y liquidez de las empresas y la capacidad de estas para adaptarse a este nuevo entorno. En este sentido, la importancia del análisis de riesgo ha aumentado, aún más, haciendo necesario un estudio basado en la situación particular de cada empresa.
Para ello, lo primero es evaluar en qué posición llegó la empresa a la cuarentena, si lo hizo fortalecida o con signos de debilidad. Por otro lado, es necesario entender que los tradicionales indicadores de crecimiento y rentabilidad no serán un factor común. Así, encontramos empresas con altas pérdidas y caídas en sus ingresos, que pueden seguir siendo sujetos de crédito si han logrado adaptarse y proteger el factor más relevante en estos momentos, su flujo de caja, a través de aplazamiento de inversiones, reperfilamiento de deudas o reducción de costos y gastos, entre otros, que las harán sostenibles y con capacidad para cumplir con sus compromisos en el corto plazo.
Adicionalmente, un factor que cobra mayor relevancia es la cercanía con el deudor, así como tratar de conocer información cualitativa que puede no verse reflejada en los estados financieros. Ejemplo de ello son los alivios gubernamentales a los que ha accedido, las negociaciones de plazo que ha obtenido con sus acreedores, los pedidos de compra confirmados de sus clientes, las estrategias implementadas para optimizar su capital de trabajo, las líneas de crédito que tiene disponibles en bancos, etcétera. Es decir, un análisis detallado de la empresa como un proyecto, más que un análisis financiero tradicional.
El crédito debe fluir para reactivar la economía
Es muy común encontrar esta frase circulando por las empresas, y más en esta época: “Un banquero es alguien que te presta un paraguas cuando hace sol y te lo quita cuando llueve”. En el caso de Solunion, no somos banqueros, pero nos dedicamos al análisis y cobertura de los créditos empresariales, con plena consciencia de que el crédito es un circulo virtuoso que hace mover la economía y que, sin este, no se tendrá una reactivación como se necesita. Esto implica que el crédito se sigue otorgando a pesar de las circunstancias, pero con una tarea adicional que supone conocer en detalle la empresa deudora y no solo quedarse en unas hojas de balance y estado de resultados que, hoy, pueden decir poco del presente y futuro de la empresa.
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